En nuestro paso por Paraguay, mientras recorremos la RN1 en dirección a Encarnación leo una frase en un gran letrero de un negocio con el lema “El trabajo dignifica y produce progreso”.
Ensimismado en mis pensamientos, me pregunto si la persona que escribió este lema será digno de tal afirmación. Intento imaginar si el patrón de esa empresa debe de pagar un salario digno con el que sus trabajadores puedan ocupar su puesto de trabajo con la frente bien alta, con un sueldo que les permita progresar, más que sobrevivir. Espero que así sea.
Desde esta mañana me siento triste. Entristecí después de venderle dos artesanías a la recepcionista de un hotel donde nos hospedamos durante unos días. La chica nos pidió si podíamos mostrarle las pulseras que hacemos y nos compró dos. Por una de ellas pagó 10.000 guaraníes -cerca de dos euros- y por la otra 8.000 guaraníes, algo más de un euro.
Después estuvimos charlando con ella, conversando sobre su trabajo y sus condiciones laborales, y nos aseguró que su salario diario, por una jornada laboral de 12 horas, es de unos 20.000 guaraníes –alrededor de 3,5 euros-, algo menos de la mitad del salario mínimo establecido en Paraguay (para una jornada de ocho horas, claro).
Desde que salimos del hotel y empezamos a rodar he estado pensando en las graves explotaciones laborales que se producen en Paraguay, en particular, y en América Latina, en general, si bien se trata de un hecho que se reproduce, en mayor o menor medida, en todo el mundo.
Y mientras pienso en la recepcionista que se gastó prácticamente la totalidad de su jornada laboral para comprarnos dos pulseras, y en los repetidos casos de trabajadores que nos han asegurado que cobran una cifra bastante por debajo del salario mínimo me encuentro con ese letrero enorme en mi camino: “El trabajo dignifica y produce progreso”.
Sin poderlo evitar, me viene a la mente la obra de teatro del genial Rubianes, que ironizaba sobre la grandísima dignidad laboral que produce ver la vida pasar mientras dedicas entre 8 y 12 horas de cada día a un aburrido trabajo que no te aporta otra cosa que un salario –no siempre digno- a final de mes. “Y a partir de los 65, a disfrutar de la vida”, concluye la obra.
2 comentarios en “Paradojas de la dignidad laboral”
Una obra mestra d’un dels còmics més grans que hem tingut per Catalunya. Ese cómico ‘galaico-catalán’. Jeje! Una abraçada des de Cumuruxativa, un poblet de somni que hem conegut al Brasil!
Recordo perfectament aquesta obra del gran rubianes… quanta raó té!! Salutacions des de Barcelona 🙂