La música callejera ya es libre en Cuenca, Ecuador. Llegando a la ciudad nos enteramos de que el municipio ha regulado la actividad para que los artistas puedan tocar libremente en algunas calles y plazas. Así que salimos con los instrumentos para ofrecer nuestro arte musical junto con una pareja de viajeros y músicos argentinos.
La música callejera ha creado cierta controversia prácticamente en todos los países de América Latina que hemos visitado en los últimos cinco años. Especialmente en el centro de las grandes ciudades y en los centros turísticos. Algunos la defendemos. Otros la rechazan. Y, por lo general, la autoridad local acostumbra a ser la encargada de reprimirla, alegando una normativa que no siempre cuenta con un respaldo legal.
En los últimos meses nos hemos encontrado con dos situaciones calcadas. Un músico toca la guitarra acompañado de una pequeña amplificación en una zona céntrica de la ciudad. Ofrece música de calidad. Interpreta temas tranquilos, del folklore o la música popular latinoamericana. La gente empieza a rodearlo y a disfrutar del espectáculo. De repente, llegan los agentes municipales y le dicen que tiene que marchar.
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En los dos casos, la presión popular hizo ceder a los agentes. Así que los músicos pudieron retomar su concierto después de una parada forzada. Pero conversando con ellos tras el espectáculo, ambos artistas nos confirmaron que muchas otras veces han tenido que abandonar el lugar. Otras veces les han requisado algún instrumento y han tenido que pagar una multa para recuperarlo. No obstante, siempre vuelven a las calles por considerar que difundir la cultura popular nada tiene que ver con un crimen. Una y otra vez reivindican su papel como músicos callejeros.
La iniciativa de Cuenca con la música callejera
En la ciudad ecuatoriana de Cuenca han encontrado una solución a esta absurda y reiterativa situación. Cuando llegamos a la ciudad nos encontramos con una pareja de músicos argentinos, Paula e Ildefonso, de Por tierra y sin mapa. Ellos también viajan por América Latina en su vehículo vivienda. Una bella kombi mexicana de color celeste. Poco después de conocerlos, nos comentaron que recientemente el municipio había dispuesto algunas calles y plazas de la ciudad donde permiten tocar libremente a cualquier músico que quiera compartir su arte. Así que decidimos ensayar algunos temas y salir a tocar. Aunque sólo sea por el mero hecho de poderlo hacer sin restricción alguna.
Normalmente no acostumbramos a tocar en la calle, entre otras razones, porque no contamos con amplificación. No obstante, Cuenca nos ha dado la oportunidad de disfrutar de la magia de la música callejera. Y en muy buena compañía. Cuando se trata de música todo suma. Y tocar con otros músicos siempre nos aporta y nos llena de alegría. Así que tocar con Paula e Ildefonso en el centro de Cuenca ha sido toda una experiencia.
Además de tocar en otras ubicaciones, durante más de media hora ofrecimos nuestro repertorio en una de las calles laterales de la preciosa catedral de Cuenca. El único barullo que escuchamos fue el chocar de las monedas que los espectadores nos pusieron en la gorra. La mayoría de los transeúntes que pasaron quedaron contentos con nuestra música. Incluso una pareja se puso a bailar al son de El cuarto de Tula. Y nosotros terminamos bien satisfechos de poder tocar de forma libre en el centro de una ciudad espectacular como Cuenca.
¡Ojalá otros municipios se sumen a esta iniciativa para seguir disfrutando de la espontaneidad de la música de calle!
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