Visitamos el Biocentro Güembé, uno de los mayores atractivos naturales de Santa Cruz de la Sierra. Situado a unos kilómetros del centro de la ciudad boliviana, este refugio de fauna ofrece una fascinante biodiversidad.
Lo que empezó hace dos décadas con la construcción de un mariposario para atraer visitantes se ha convertido en un punto turístico de referencia en Santa Cruz. Además de ofrecer alojamiento y una variada oferta recreativa, actualmente Güembé funciona como centro de acogida de animales. Las especies exóticas decomisadas por la policía o rechazadas por sus dueños que no pueden volver a su hábitat natural tienen un lugar en Santa Cruz de la Sierra.
Nos llamó especialmente la atención el mariposario, donde se pueden ver más de 50 especies de lepidópteros. Y el aviario, una enorme jaula que supera los 2.500 metros cuadrados. Pasear por esta estructura fue toda una experiencia. Antes de entrar por las pasarelas elevadas, los anfitriones alados nos dieron la bienvenida con un estruendo de cantos. Cuando entramos por la puerta dos tucanes curiosos se nos acercaron para ver quien llegaba. Poco después un papagayo se entusiasmó con Marta, a quien le ofrecía todo el tiempo la patita para subirse.
En un lado de la estructura, una torre se eleva hasta los 30 metros de altura, desde los que se puede observar el exterior de la jaula. Las vistas impresionantes de la ciudad de Santa Cruz y el canto de papagayos, cotorras y urracas crean una curiosa combinación. Mientras, el viento azota con fuerza el exterior del aviario. Bajamos hasta el suelo, donde los senderos están rodeados de vegetación y las aves acuden a sus comederos.
En un corto paseo llegamos hasta el tortugario, donde una de las tortugas vino corriendo a vernos. Aquí los animales han estado tan acostumbrados al contacto humano que es difícil evitar determinados hábitos. Una de las caras más tristes de Güembé son las aves que se arrancan las alas y las uñas, estresadas tras años de vivir en cautividad. Si bien también nos dio mucha pena la iguana que tienen en el terrario, por el espacio reducido en el que se encuentra.
No obstante, los animales recuperados que más nos cautivaron fueron los monos araña. El centro recibió hace poco tres hembras, mascotas que habían sido rechazadas por sus dueños. Cuando nos acercamos a la jaula donde se encontraban, una de ellas nos vino a ofrecer su mano y nos miró con unos ojitos y una expresión prácticamente humana. Desde entonces, cada vez que pasábamos por allá venía a ofrecernos su mano. Cuando marchamos estaban a punto de inaugurar una nueva jaula, mucho más grande, para que las tres monas araña y un macho que estaba por venir puedan vivir en un espacio más grande y adecuado. Esperamos que allí se encuentren más a gusto nuestras tres amigas peludas.
Otros animales del bioparque Güembé tienen historias bien curiosas. Como el caso del tapir. Cuando pregunté cómo había llegado hasta allá un anta (una especie de tapir), me explicaron que había sido propiedad de un conocido narcotraficante. Tras ser decomisado por la polícia, el animal llegó hasta el centro. Así fue como Güembé que se hizo cargo y lo ubicó en un espacio verde con una cabaña y una pequeña laguna en el centro.
Más allá de los animales acogidos, lo que más nos gustó del parque fue la cantidad de bestias que pudimos ver al aire libre. Siempre hemos tenido una debilidad especial por los perezosos, una especie que se mueve a sus anchas en Güembé, con sus movimientos lentos y aletargados. En dos ocasiones nos pudimos avistar al perezoso en el orquidiario, uno de los lugares más especiales del parque. Y en una de ellas una pareja de tucanillos se posó en uno de los árboles. Paseando por los senderos nos cruzamos con familias enteras de monos titís. Uno tras otro, saltan por los árboles dejándose oír con sus chillidos característicos, ante nuestra constante admiración ensimismada.
Como decíamos, el orquidiario es un lugar único. La familia que lleva el ecoparque Güembé siempre ha tenido una debilidad por la meditación. Así que aprovechó para poner diferentes puntos energéticos y de reflexión en el lugar. En el orquidiario, una estructura pétrea con un agujero en el techo deja entrar los rallos solares sobre el mediodía. Abajo, una estrella de siete puntas brilla cada vez que le da el sol. Entre los árboles, un buda de luz acompaña al visitante que se acerca hasta este punto. Un lugar que realmente llama a la reflexión en un ambiente natural y rodeado de flora y fauna. Podéis conocer todos los detalles en su web www.biocentroguembe.com.
El vídeo comercial de Güembé
Durante nuestra estancia en Güembé realizamos un vídeo comercial para dar a conocer las instalaciones del ecoparque y resort. Aquí os dejamos el resultado del videoreportaje.
¿Te ha gustado el vídeo? Puedes ver otros videoreportajes comerciales de Mmviatges, productora multimedia en www.mmviatges.com/inicio/publireportajes
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