En la misma línea que todos los países por donde hemos pasado de América Latina, tampoco en Paraguay nos hemos encontrado con todos los peligros que nos habían comentado antes de entrar. O al menos éstos resultaron ser exagerados.
En Paraguay, una de las advertencias más habituales había sido la cantidad de veces que tendríamos que afrontar la conocida coima en controles policiales. Pero finalmente, en los controles nos hemos encontrado con muchas otras situaciones que se han acabado convirtiendo en anécdotas curiosas, divertidas e incluso surrealistas.
Si bien en los tres meses que hemos estado en el país hemos podido observar que la coima es un procedimiento común, nuestro paso por las carreteras paraguayas ha sido bien tranquilo. Siempre hay alguna excepción, como la vez que topamos con un agente que insistía repetidamente en lo caluroso que se había puesto el día hasta que nos pidió unas monedas para hacer una gaseosa. Pero en general no hemos tenido mayores contratiempos.
Incluso en una ocasión, después de salir en portada de uno de los principales periódicos del país, nos recibieron con todos los honores en un control situado antes del peaje de entrada a Villa Florida, dónde nos dirigíamos para hacer de jurado en un acto de elección de miss turismo.
En un primer momento la situación fue un poco incómoda. Habitualmente no viajamos de noche, pero en esa ocasión se nos había hecho tarde y ya se había puesto el sol. Sabíamos que antes del peaje de Villa Florida había un control fijo de policía, porque ya habíamos pasado antes, y no nos hacía especial ilusión pasarlo de noche.
Cuando llegamos al control, nos encontramos con un dispositivo con cinco agentes de policía. De los cinco, cuatro se plantan delante nuestro, bloqueando la carretera, y uno de ellos nos hace parar. Con un gesto serio, nos pide la documentación, mientras uno de sus compañeros enciende una linterna y enfoca dentro de la furgoneta, preguntándonos hacia dónde nos dirigimos.
Cuando respondemos que vamos a Villa Florida, uno de ellos nos reconoce y nos pregunta, entusiasmado: «Ustedes no son la pareja que recorre Sudamérica en kombi y que salieron en la portada del diario?«. Y otro asegura que estamos volviendo a Villa Florida para seguir con las grabaciones del programa, tal y como explicamos en la entrevista.
En ese momento respiré tranquilo. De repente, los agentes cambiaron su gesto de seriedad y empezamos una breve tertulia, en la que nos preguntaron sobre el viaje y sobre nuestro paso por Paraguay. La incertidumbre se tornó alegría, y mientras marchábamos nos despidieron con un: «nos vemos mañana«.
Llegar a un control policial puede removerte un poco las tripas, o al menos te pone en alerta, porque nunca sabes con quien te vas a encontrar, o si las intenciones van a ser buenas o malas. No obstante, en la mayoría de casos nos hemos encontrado con un trato cordial, que en alguna ocasión ha ido incluso más allá de la cordialidad.
El caso más surrealista con el que nos hemos encontrado hasta ahora fue hace unos días, cuando viajábamos de Asunción a Luque. En uno de los controles rutinarios nos para un agente de unos 40 años que, como es habitual, nos pide los papeles del coche y el carné de conducir. Después de enseñarle mi documento, Marta va a buscar el resto de la documentación al maletero y el ambiente se empieza a distender.
– ¿Están viajando como mochileros?- nos pregunta el agente.
– Más o menos, vamos recorriendo América Latina en nuestra kombi- le respondo.
– ¿Y no os da miedo que os suceda como en la película de ‘Hostel’?– insiste, riendo.
– No, no. Ya intentamos dormir en lugares tranquilos y evitar sitios aislados que no nos inspiren confianza.
Ante nuestro asombro, después de revisar los papeles del auto, afirma que en Sudamérica no es tan peligroso, pero que en Europa sí que hay que andar con mucho cuidado, tal vez influenciado por el contenido de la película. Realmente, es la primera vez que nos dicen eso. Todo lo contrario del último tópico que nos lanza:
– El lugar donde sí hay que ir con cuidado es Colombia. Pero al menos allí tienen buena coca!!!
Y sí, se trata de uno de los mayores tópicos viajeros de América Latina -aunque la mayoría de personas que hemos conocido y que han viajado a Colombia consideran que no se trata de un país peligroso-, pero lo último que esperábamos es que nos lo dijera un agente de policía en un control de tráfico. Así que Marta y yo nos quedamos con la duda de si reír la broma o obviarla. Y por si no hubo suficiente, el agente se anima y nos despide con un chiste sobre la misma temática:
– ¿Se saben el del Gallego al que le pidieron que fuera a por coca y trajo pepsi?
Ahí ya sí que no nos pudimos contener las risas, en este encuentro surrealista. No obstante, optamos por despedirnos amablemente y no alargar más la conversación, que empezaba a tomar extraños caminos. A pesar de lo raro de la situación, sin duda, mucho mejor un control con alegría que encontrarte con una mala cara o cualquier tipo de técnica intimidatoria.
4 comentarios en “Entre coimas y chistes en Paraguay”
Hola Nicolás. La verdad es que nos encantó Paraguay, su tereré, el guaraní y sobre todo su gente que nos trataron de 10. Justamente en Luque nos acogió una linda familia cuando estuvimos en dificultades. El mundo está lleno de gente buena y algunos pocos malandros que le dan mala fama. Eso es lo que hemos vivido y por eso destacamos mucho más las cosas positivas que las negativas. Un fuerte abrazo!
Hola Martha, hola Mariá! pasaron por Luque mi cuidad!!!, les sigo y me gusta bastante sus videos y las ganas que le ponen!!.. especialmente vos Martha.. no pares de reir nunca!! jajajaja!!.. Fuerza y muchos éxitos a la pareja viajera!!. gracias por los buenos comentarios y hechar por tierra así las cosas negativas que dicen por ahí!!
Moltes gràcies, RIcardo. Me n’alegro molt que gaudeixis amb els nostres relats, vídeos i aventures.
Una abraçada!!!
Cada matí obro la correspondència i Veijo meus llocs i veig furgoenruta. Crec que la seva obra meravellosa. Felicitacions. Continua. Bona sort