¿Cómo se challa una furgoneta o, dicho de otra manera, cómo se hace la ofrenda a la Pachamama para que tu vehículo -que en nuestro caso también es nuestra casa- goce de prosperidad durante todo el año? Os lo explicamos en este post con vídeo: Cómo challar una furgoneta en Bolivia.
Termina la Gran entrada del carnaval de Oruro, dando paso al martes de challa. Una mezcla de aromas impregna la ciudad. La misma combinación está presente en todos los núcleos urbanos, pueblecitos y comunidades del altiplano boliviano. Una mescolanza de olor a flores, cerveza, pólvora y humo llega hasta la Saioneta, nuestro vehículo vivienda, donde estamos terminando de desayunar guacamole con ‘tortillinas’ de quínoa.
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A cada momento, la tranquilidad de nuestro desayuno matutino se ve quebrada por el estruendo de una traca de petardos, o cohetillos, como les llaman aquí. Nos preguntamos de dónde provendrán y por qué serán tan insistentes.
Salimos a la calle para ver si tenemos posibilidad de celebrar el martes de challa. Según nos han explicado, se trata de una fiesta privada que las familias celebran en sus casas o negocios, contrastando con la manifestación pública de los dos últimos días durante la entrada del carnaval.
Llegamos hasta la calle Bolíviar, una de las arterias de Oruro. Allí donde el día anterior desfilaban cientos de danzarines ante el clamor de un público entregado, ahora encontramos un sinfín de paradas improvisadas. Venden bolsas de pequeñas flores de todos los colores, adornos, cohetillos, alcohol etílico, una especie de galletas de color blanco con distintas formas, carbón, parrillas…
El olor floral se mezcla con el hedor de la resaca del carnaval, acumulado en los bordillos, a lado y lado de la vía.
Paseamos hasta la Velasco Galvarro, donde las cholitas tienen sus paradas de forma permanente. Hoy aprovechan para vender todo lo necesario para hacer la challa, que todavía no sabemos exactamente en qué consiste.
Llegando a la estación de ferrocarril nos encontramos con una señora y una chica que transportan una especie de parrilla llena de carbón, todavía humeante.
– ¿Van a challar?- le pregunto a la señora que lleva las brasas, a ver si nos puede dar alguna pista. Con un poco de suerte podremos filmar cómo bendicen su negocio.
– No, ya terminamos- me responde mientras sigue su camino.
– ¿Sería tan amable de explicarnos en qué consiste la challa?- insisto, mientras empiezo a pensar en la posibilidad de hacer nosotros mismos el ritual con nuestro vehículo vivienda.
Tomamos nota de las explicaciones y volvemos a las paraditas para comprar flores, cohetillos y adornos para la Saioneta. Nos faltará la cerveza, que ya compraremos en las tiendas que hay frente al lugar donde tenemos aparcada la furgo. La señora también nos ha dicho que necesitábamos una mesa blanca. No hemos acabado de entender qué tenemos que hacer con ella. Pero vaya, en la furgoneta tenemos una mesa que combina colores blancos con grises y marrones. Espero que sirva.
Cuando estamos por llegar a nuestra casa, en la esquina previa, nos encontramos con un quiosco rodeado de gente que prende cohetillos de forma frenética. Nos fijamos mejor y vemos que también están quemando brasas en una pequeña parrilla. Ésta es la nuestra.
– ¿Podríamos grabarles cómo challan?- les abordo.
– Pregúntale a Fernando, el dueño del negocio- me responde uno de ellos.
Sin darnos cuenta, estamos brindando con la familia alrededor de las brasas, donde están quemando cantidad de figuritas de color blanco. Nos ofrecen un combinado de singani con soda y nos dan hojas de coca para mascar, algo básico durante la challa. Mientras challamos su negocio, nos explican que la ofrenda no es completa si no se quema la mesa blanca, que finalmente resulta ser esas figuras de azúcar que levantan un humo blanco hacia la madre tierra.
Dependiendo de lo que se quiere challar, se queman figuritas con forma de casa, de vehículo, de cóndor y de muchos otros iconos que deben asegurar la prosperidad en los diferentes ámbitos de la vida.
Tras compartir la ofrenda y hacer amistad con Fernando y su familia, nos ceden la base para quemar y algo de carbón y nos acompañan a comprar nuestra propia mesa blanca, en la que destaca un cóndor para que nuestros sueños y nosotros mismos sigamos volando libres y seguros.
Adornamos la Saioneta con todo lo que le hemos comprado, colocamos las brasas dentro del vehículo y empezamos a encender cohetillos y tirarle confetis, serpentinas, refresco y cerveza. Colocamos la mesa blanca en las brasas y de esta manera ya estamos concluyendo nuestra propia challa para la Saioneta.
Mientras brindamos con nuestros nuevos amigos, el humo de la ofrenda se va elevando hacia el cielo. Por unos momentos, nos quedamos mirando la estela que se pierde en el ambiente, contentos de haber compartido un ritual tan especial en Bolivia y esperando que nos aporte prosperidad para nuestro vehículo, nuestra casa y nuestros negocios.
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2 comentarios en “Cómo challar una furgoneta en Bolivia”
Una abraçada ben gran des de la Paz, Josep!!!
guapo! GUAPO! guapos vosaltres, des de La Garriga BCN abraçades Josep