En el pueblecito de Chazuta, en la selva nororiental amazónica del Perú, una iniciativa promovida por un grupo de mujeres relacionada con el cultivo y el procesamiento del cacao está removiendo los cimientos de una sociedad hasta hace poco dominada por los hombres y por la influencia del narcotráfico.
El machismo ha sido un elemento que ha estado bien presente en nuestro viaje por Sudamérica. Lo notamos especialmente cada vez que llegamos a un taller y el mecánico se dirige automáticamente a mí, obviando a mi compañera como si ni tan sólo existiera. Como si fuera invisible. Sale a la luz en breves comentarios. En actitudes que se van repitiendo aquí y allá, dando por supuesto que el lugar de la mujer está en la cocina, en el cuarto de los niños o en el asiento del copiloto.
A menudo, el machismo se agudiza cuando pasamos por poblaciones pequeñas y aisladas, como es el caso de Chazuta, un pueblecito azotado además por la violencia del narcotráfico. Durante las décadas de los 80 e inicios del 90, los cultivos de coca y la producción de pasta base crecieron exponencialmente en la región, generando un conflicto que el Gobierno peruano cortó por lo sano, a través de una política de más violencia contra el narcotráfico, fumigaciones y fomento de los cultivos alternativos.
En este contexto nació el proyecto de Mishki Cacao. Hartas de las situaciones de violencia, de las muertes y extorsiones producto del narcotráfico y del llamado narcoterrorismo, un grupo de mujeres inició su revolución particular para recuperar el cultivo tradicional del cacao y producir su propio chocolate.
El camino no fue fácil. Nos explicaba una de las responsables del proyecto que algunas de las chicas desistieron y se dieron de baja, ya que sus maridos no veían bien su trabajo o se quejaban de que estaban todo el día ocupadas con la producción de cacao y no llegaban a tiempo para prepararles la cena.
No obstante, actualmente un total de 14 mujeres, convertidas en auténticas maestras chocolateras, producen y venden el chocolate en una pequeña casita de Chasuta.
Empezaron con algunas barras de cacao 100% orgánico, mientras que en los últimos años, han empezado a etiquetar sus productos y los han diversificado. Incluso están introduciendo un nuevo producto a base de majambo, un fruto autóctono que, mezclado con el cacao da como resultado una especie de chocolate blanco con un gusto sorprendente.
Marchamos de Chazuta llevándonos un pedazo de felicidad a base de cacao y majambo y satisfechos de ver cómo un grupo de mujeres se unió para tirar adelante la economía de una región dominada por los hombres y apesumbrada por la violencia. Contentos de comprobar, una vez más, que por adversas que sean las circunstancias, cuando quieres algo con todas tus fuerzas todo es posible, todo es alcanzable.
¿Te ha gustado este post? Compártelo y ayúdanos a difundir nuestro viaje.