Tras pasar un mes en la ciudad de Buenos Aires, nos disponemos a empezar la primera parte de nuestro viaje por el mundo, que nos llevará desde Argentina hasta el Caribe colombiano. Siguiendo los pasos de otros viajeros argentinos de largo recorrido, empezamos la ruta desde el Obelisco, situado en la impresionante avenida 9 de julio, que posteriormente se convierte en la mítica carretera Panamericana.
Antes de nada, pasamos por el taller del Dr. Fusca, que ya se ha convertido en el mecánico y asesor oficial de la Saioneta. Pocos días después de recibir la furgoneta en el puerto tuvimos el primer inconveniente mecánico. Unos de los tornillos que aguantan la rótula de la rueda delantera derecha se aflojó y la dirección de la Saioneta se fue a paseo, dejando la rueda en una posición un poco incómoda.
Por suerte, encontramos un taller cercano que nos la recolocó en su sitio, pero preferimos pasar por el Dr. Fusca para asegurarnos de que no volvería a desviarse en alguno de los caminos de piedras por los que tendremos que pasar en los próximos meses. Después de que nos diera el visto bueno y que nos ayudara a adaptar la instalación de gas al sistema argentino, estamos preparados para salir.
Diego, el conductor de Radio Kombinauta, y su mujer, Dafne, nos han hecho de anfitriones mientras hemos estado en Buenos Aires, y también nos han acompañado en la primera salida fuera de la capital, en Tigre, donde hemos visitado el museo Naval y el mercado de artesanos, además de disfrutar de los paseos junto a los canales.
Posteriormente, nos han invitado a su quinta de Pilar, situada a unos 45 kilómetros de la capital, para despedirse de la mejor manera que saben hacerlo los argentinos: con un buen asado. Los 400 gramos de carne por barba que tocaban consiguieron que saliésemos de la provincia de Buenos Aires con la barriga llena y el espíritu satisfecho, por la buena acogida que hemos tenido durante nuestra estancia en la gran ciudad.
El padre de Diego, Mario, fue el encargado de hacer los honores en la parrilla, que aquí en Argentina es mucho más que unos hierros cruzados o que una pila de carne suculenta. Además de seguir un procedimiento bien marcado desde el momento de encender la madera hasta el acto de servir la carne, el asado es una muestra de afecto hacia el visitante, que recibe de esta manera la bienvenida. ¡Y que nadie toque la parrilla salvo la persona que la prepara!
Asado, vacío, chori, morcilla… 400 gramos de afecto para cada uno, además de tres tipos de ensalada, todo amenizado con un buen vino de Mendoza. Antes de esto hicimos un mate, que no falte en la mesa argentina, y una picada, embutido cortado en pequeñas porciones para ir picando. Una despedida de lujo que finalizamos con música, sacando la guitarra y cantando todos juntos al lado de la chimenea. Ahora sí que podemos empezar a hacer kilómetros, camino a la provincia de Entre Ríos.