Imagínense una catedral construida con sal y situada 180 metros bajo tierra. Las minas de sal de la población de Zipaquirá, situadas a unos 40 kilómetros de Bogotá, contienen esta rareza arquitectónica: La catedral de sal de Zipaquirá.
Encabeza la lista de las siete maravillas de Colombia, por encima lugares tan espectaculares como el santuario de las Lajas o el parque arqueológico de San Agustín.
Cuando me hablaron por primera vez de la catedral de sal de Zipaquirá, una construcción eclesiástica situada en el interior de una mina, no sabía exactamente qué imaginarme.
En Bolivia, en las inmediaciones del salar de Uyuni, estuvimos hospedados en varios hoteles de sal. Sus paredes estaban construidas con bloques salobres extraídos del mayor salar del mundo.
Los colocaban uno sobre otro consiguiendo una estructura similar a la de una casa convencional de una planta, pero con el color y el gusto característico de la preciada substancia.
Pero en este caso se trataba de una construcción subterránea. Una catedral soterrada bajo toneladas y toneladas de sal.
Aprovechando algunas de las galerías excavadas, e inspirado en la devoción de los mineros, el arquitecto colombiano Roswell Garavito dirigió a un total de 127 mineros.
Con ellos convirtió el interior de los túneles en un auténtico santuario de sal. Entre 1970 y 1989 se abrieron 64 túneles, mientras que la obra se inauguró en diciembre del 1995, convirtiéndose en uno de los principales referentes turísticos de Colombia.
Visitar la Catedral de Sal de Zipaquirá
El juego de luces y sombras hace la experiencia sorprendente desde la entrada en el túnel principal, enmarcada por arcos metálicos de un rojo intenso, que da más la sensación de bajar al infierno que de subir a los cielos.
El paseo por la galería sigue por un particular viacrucis, en el que las cruces están rodeadas de todo un simbolismo a través de la talla de las rocas de sal.
El ambiente lúgubre y ensombrecido de algunas de las paradas dan fe del sufrimiento que pretenden representar durante los últimos pasos de Jesucristo.
El viacrucis nos llevó hasta una extensa cúpula salobre iluminada de un azul celestial. Ahí las ondulaciones e imperfecciones del mineral dan lugar para imaginar las estrellas y las constelaciones.
En ese lugar el túnel se ramifica en dos caminos. Nosotros tomamos el de la derecha para llegar hasta un mirador elevado de la nave principal.
Al fondo, se eleva una cruz en bajorrelieve de 16 metros de alto por 10 de ancho, la cruz de sal más grande esculpida bajo tierra. Y el medallón de la creación, inspirada en La creación de Adán de Miguel Ángel, el célebre fresco pintado en la cúpula de la Capilla Sixtina.
Nos devolvimos sobre nuestros pasos para bajar hasta las tres naves de la catedral. Por el camino pasamos por el coro y el nártex, maravillados por la complejidad de esta obra subterránea.
Se sostiene por cuatro columnas de sal de 8 metros de diámetro que representan a los cuatro evangelistas.
Recorremos el bautisterio, simbolizado por una cascada de sal, que aparece ante los ojos emblanquecida y efervescente por el efecto del agua.
Paseamos por la nave central hasta llegar a los pies de la inmensa cruz esculpida en bajorrelieve para llegar hasta la galería comercial.
LA CARA OSCURA DE LA CATEDRAL DE SAL DE ZIPAQUIRÁ
Tras disfrutar hasta el momento de un interesante trayecto por este singular tramo de las minas de sal de Zipaquirá, el tour se tornó cada vez más superficial y contradictorio para mostrarnos la parte más oscura del paseo.
Decenas de tiendas con todo tipo de esculturas realizadas en sal aparecieron ante nuestros ojos, junto a alguna cafetería y tienda para comprar snacks. Un auténtico centro comercial 180 metros bajo tierra.
Ver todo ese mercadeo en una de las galerías que dan a la catedral nos sorprendió por momentos, pero más sorprendente nos pareció todavía cuando llegamos a las tiendas de esmeraldas.
Nuestro guía le dio el relevo a un compañero que nos mostró una especie de parque temático de la esmeralda para terminar el minitour en una tienda.
El esperpéntico final del tour terminó con un show de luces completamente fuera de lugar que nos sirvió para sentarnos durante unos minutos.
Mientras, pensábamos cómo puede llegar a deteriorarse, en tan solo unos instantes, un tour de la calidad que nos habían ofrecido durante las dos horas anteriores.
Salimos del show de luces y fuimos a ver una película en 3D que ofrece una buena referencia histórica de la mina y de la catedral de sal de Zipaquirá.
Después volvimos a meternos en los socavones y las galerías de la mina para captar algunas instantáneas del lugar.
Era la mejor manera de terminar nuestro paseo para tener un buen sabor de boca tras el desacertado parque temático de las esmeraldas y el show de luces.
En conclusión, una visita recomendable a un lugar único, con un final que sería perfectamente obviable.
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1 comentario en “Catedral de sal de Zipaquirá”
Considero que esta es una muy buena reseña acerca de la catedral de sal según lo que cuentas parece ser un lugar muy atractivo que en realidad vale la pena visitar. Que falla que el final no hubiese sido del todo agradable, me encantaría compartir en este espacio este sitio web que habla sobre más actividades que se pueden hacer en Zipaquirá, https://zipaquiraturistica.com/planes/ecoturismo-turismo-sostenible/ sería interesante leerlos.