Marta me despierta haciéndome cosquillas en la planta de un pie y me acurruco en el nórdico. Aunque pueda parecer lo contrario, la cama de la Saioneta, con el colchón adicional de viscolástica que llevamos en el maletero, es de lo más cómodo. Pasados unos minutos, me pongo las sandalias y salgo de la furgoneta para disfrutar de mi primer día frente al mar del último medio año.
Como es habitual en Sudamérica, aparece un perro, que me acompaña por la fina arena de esta playa del Pacífico mientras busco y rebusco conchas de caracolas marinas en la orilla hasta que oigo a Marta, que me llama desde la Saioneta:
– ¡Tengo hambre!!! ¡Es la hora del desayuno!!! ¿Haremos un matecito?
En nuestro paso por el norte argentino disfrutamos de algunos parajes espectaculares, pero después de cruzar a Chile y empezar a probar el desierto de Atacama, ya encontrábamos a faltar la brisa marina, de manera que cuando llegamos al océano Pacífico y volvimos a sentir el viento salado en la cara fue como volver a casa.
El primer pueblo de mar donde llegamos fue Juan López y, ¿quién no conoce algún Juan López? Nosotros tuvimos el gusto de conocer uno en Andorra. Fue un buen compañero de trabajo de Marta y a mi me ayudó mucho en mis inicios como periodista deportivo. Además, sabemos que en estos momentos nos está siguiendo, así que este capítulo se lo dedicamos a él. ¡Pon un Juan López en tu viaje!!!
El Balneario de Juan Lopez es un sitio bien tranquilo en temporada baja y un balneario perfecto para los habitantes de Antofagasta que buscan un sitio un poco más limpio y relajado que las playas de la ciudad.