El mercado de Tarapoto tiene algo que lo hace especial. Es una mezcla de la simpatía de sus vendedoras y la gran variedad de productos exóticos que ofrecen en sus puestos, desde el aguardiente macerado con serpientes hasta los caracoles gigantes.
Tomamos un mototaxi para que nos lleve hasta el mercadito. Las carreteras de Tarapoto están tomadas por las motos adaptadas para transportar pasajeros. Con sus adornos histriónicos y sus colores vivos, los otros mototaxis nos rodean cuando paramos en un semáforo. Los autos son minoría en una ciudad que en hora punta parece un hormiguero de vehículos motorizados de dos y tres ruedas.
Finalmente, el vehículo llega al mercadito. Llegamos bien temprano, sobre las 7 de la mañana, cuando los puestos están en su momento de mayor actividad. Le pago tres soles al taxista y entramos al mercado, de donde nos llega una mezcla de aroma a café, carne y frutas tropicales.
La señora de una de las paradas está colocando los tamales, los juanes y otros productos típicos cuya base es el arroz o el choclo (maíz) y que acostumbran a ir mezclados con carne, pollo o cerdo en el interior de un envoltorio vegetal que puede ser de plátano o mijao, una hoja que crece en esta región de la amazonia peruana.
Cuando le pedimos a la vendedora si podemos grabar sus productos, nos brinda una alegre sonrisa y nos muestra unos juanes, tal vez el producto estrella de esta parte del mercado.
Llegamos a la zona de la carne, que expuesta al aire libre y sin refrigeración proyecta un fuerte olor no apto para vegetarianos, así que pasamos de largo y nos paramos en frente del puesto de los dulces y las rosquitas, otro producto bien típico de Tarapoto, elaborado con fécula de yuca en sus versiones dulce y salada.
Viendo nuestro interés, el vendedor, un hombre mayor con sombrero de cowboy, nos ofrece alguna rosquita para que probemos y nos explica la diferencia entre los productos de su parada.
En frente, vemos una tienda de licores típicos, que nos llama la atención por una botella que contiene una serpiente en su interior. Entramos y probamos el contenido de otras botellas de aguardiente, como el licor siete raíces, que además de mejorar la concentración mental y la imaginación, incrementa también el apetito sexual.
Otro potente afrodisíaco es el chuchuhuasi un licor macerado con la corteza del árbol amazónico que le da nombre, que según cuentan prolonga la vida y mantiene el vigor sexual hasta el final de nuestros días, además de curar diferentes enfermedades como reumatismo, afecciones a los huesos, sangre, estómago, riñones así como la gripe. Finalmente, el vendedor nos muestra el rompe calzones que, como indica el nombre, es otro potente afrodisíaco.
Caracoles gigantes en el mercado de Tarapoto
A fuera, una señora llega con una cesta tapada y la gente se acerca a ver qué lleva. Levanta el trapo que cubre la cesta y aparece una decena de caracoles gigantes, con un caparazón de cerca de un palmo de diámetro.
– Dónde los encuentra? -le preguntamos.
– Aquí en la selva se encuentran. Salen sabrosos. Quiere uno? Un par por 5 soles -nos responde.
Agarramos dos caracoles y los dejamos caminar por nuestros brazos para devolverlos al cesto donde pasarán sus últimas horas. Y dejamos el mercado pensando en los seres alucinantes que crecen en la selva nordamazónica del Perú.
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